Unos días
en Uruguay
Ir a Uruguay es un poco
como volver al pasado. En este pequeño país cuya decoración a menudo anticuada
evoca mas bien el siglo veinte, el tiempo que pasa parece extenderse más
lentamente que en otros lugares.
Es lo que puedo sentir
desembarcando en Colonia en diciembre de 2017 para responder a la vez a la propuesta
de Hugo y a la invitación de Natalia. Dejándome llevar por mis amigos que lo
han planeado todo, dejo las horas pasar, disfrutando de los momentos de
descubrimientos y de emociones que se suceden.
Primero es la conferencia dada por Coche Inciarte, uno de los Sobrevivientes, con ocasión de la publicación de su libro “Memorias de los Andes.” El documental, los comentarios del autor me captivan. Después de las dedicatorias, hablo un poco con Coche, luego con su esposa Soledad. Me sorprende constatar, cada vez que encuentro a Latinoamericanos, como aprecian que un Francés se interesa por ellos. Cuando les pregunto por qué, me contestan cosas como: “¡Pero, Francia! El país de la libertad, de la Revolución, de los Derechos Humanos, de Victor Hugo, etc.…” Todas nuestras glorias nacionales pasan allí. Por mucho que les diga que solo soy un Francés anónimo, y que soy yo quien les agradece por su acogida cálida y el interés que me prestan, su actitud demuestra que se sienten honrados de mi visita. Es halagador, y seria embarazoso si no se estableciera esta corriente de simpatía que llaman sintonía.
despues de la conferencia de Coche |
Luego es el reencuentro
con Natalia que nos espera en Montevideo. Cuando bajamos del autobús que nos ha
llevado a través de un campo suavemente ondulado, cultivado, pero poco poblado,
está acá, acompañada por sus padres.
De inmediato entiendo
que están felices de acogernos, y quieren hacer todo para que seamos
satisfechos Rosanna, la mama, es amable pero discreta. Su marido Luis sobrepasa
su timidez para ponerse a nuestra disposición. Nos embarca en su Volkswagen
para una vuelta a la ciudad. Comenta, para en los lugares de interés para que
podamos fotografiar.
El paseo marítimo de
Montevideo hace pensar en la “Promenade des Anglais” de Nice. Una larga playa
en semicírculo repleta de edificios modernos y bastante lujosos, llevando
nombres evocadores: “La Croisette, Saint-Laurent…” Siempre el prestigio
francés. Entonces vamos al casco urbano para almorzar en el Mercado Agrícola,
antiguamente mercado municipal convertido en tiendas y lugares para comer. Nos
reunimos con una joven pareja al que Natalia le dio cita. Gerardo es un Re-Viven
apasionado por la montaña, que ya hizo cuatro veces la Cabalgata al lugar del
accidente, y también el ascenso de una de las mas altas cumbres de los Andes.
Su pareja Lorena no comparte esta pasión, pero habla con humor y vivacidad.
Mientras se traga un gramajo
enorme, Gerardo nos enseña que por la noche va a tener lugar la última
actuación de una obra teatral adaptada del relato autobiográfico de Nando
Parrado y cuyo titulo es: “Sobrevivir en los Andes.” ¿Cómo perdernos una
oportunidad como esta? A fines de la
tarde, nos encontramos delante del teatro del Centro con un grupo de jóvenes
reunidos por Mariana, otra Re-Viven muy activa.
En la sala inmersa en
la penumbra, la tribuna rodea el escenario mas abajo. La decoración es austera
pero evocadora: Una montaña de diarios arrugados y pegados evoca bien un banco
de nieve sucia y congelada, unas valijas abiertas están esparcidas alrededor de
los restos del fuselaje. Los diálogos son contundentes, bien dirigidos por los
actores talentosos.En el teatro
Al final de la obra,
Mariana me presenta el elenco y sacamos una sesión de fotos. Entonces vamos a
cenar todos juntos en un restaurante cercano, después de lo cual Mariana nos
lleva a nuestro hotel con su auto. Me habla, peros le contesto distraídamente.
Estoy perdido en mis pensamientos. con el elenco y los Re Viven Uruguayos
El día siguiente,
Natalia y Mariana se turnan para proponernos otros descubrimientos sobre el tema:
El museo “Andes 1972” fundado por Jorg Thomsen (¿Uruguayo-Noruego?), el colegio
Stella Maris donde estudió la mayor parte de los rugbiers del equipo de los Old
Christians, y la biblioteca “Nuestros hijos” fundada por las madres de los que
no volvieron. Dejo un testimonio en el libro de oro, momento oportuno para
reflexionar después de tanta intensidad.firmando el libro de oro en la biblioteca Nuestros Hijos
El día termina en la
casa de los padres de Natalia, que nos invitaron a compartir un asadito para…
¡agradecernos por recibir nuestra visita!
Alrededor de la mesa
flota el apetitoso olor de la carne preparada por Luis, y también algo
intangible y ligero.